En esta síntesis se confirma, con datos duros e irrebatibles, la persistente sensación que nos acompaña a los mexicanos desde hace ya varios años y que consiste en la peregrina idea de que “andamos poco mal”.
En efecto y sin duda alguna “andamos poco mal”, como se demuestra con los siguientes datos espigados de un estudio y de los cuales se deduce que -con toda seguridad y pese a la avalancha propagandística y los entretenimientos que con dinero del pueblo pagan varios gobiernos para alejar los malos pensamientos de ese mismo pueblo- esta, como otras que ya se acumulan, va a ser una amarga navidad en los hogares mexicanos. Veamos.
El desempleo en nuestro país es pavoroso. No es solamente un problema de justicia social, de millones de personas que no tienen ingresos suficientes para llevar una vida digna, es también un problema de fortaleza del mercado interno, de posibilidades de venta de bienes y servicios; una economía con ese cáncer está en fase terminal. En cuanto a los jóvenes, al “futuro de la patria”, como se acostumbra decir en los discursos demagógicos, con los datos que siguen, se está proyectado el futuro de la patria: la OCDE identifica en México 6.7 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan
Esa es la situación de los que no trabajan ¿y los que sí trabajan, cómo andan sus salarios? Podría quedarnos el consuelo de que ese sector de la población sí esté en buenas condiciones, pero no, perded toda esperanza
O sea que, sin mayores circunloquios, muchos millones de mexicanos no trabajan y los que trabajan ganan cada vez menos por su fuerza de trabajo. Esto constituye un gravísimo atentado contra los Derechos Humanos, sobre todo en un país que ha tenido la capacidad de generar tal riqueza que aquí se produjo el hombre más rico del mundo, pero también es un problema de funcionamiento de la economía. ¿Cómo se van a vender las mercancías en esta época navideña si no hay dinero para comprarlas? Se van a quedar en los almacenes, los negocios van a decaer más aún, el empleo bajará junto con ellos y la pobreza se irá hacia arriba. Desde hace muchos años ya, en México, los únicos índices que se mantienen permanentemente a la alza son la cantidad y el sufrimiento de los pobres. ¿No es ya urgente, inaplazable, un reparto más justo de la riqueza social?